Lo que más me gusta de ser fotógrafo de bodas, además del trato cercano que acabas teniendo con los novios, es sorprenderlos.
Cuando a priori parece que tienes todo en contra, las peores condiciones y al final del día acabas con una sonrisa porque has cumplido y superado las propias expectativas de la pareja, te das cuenta de lo bonito de esta profesión.
Esa es la pequeña historia de esta boda. Lo digo y lo diré siempre. Se trata de disfrutar, sin más.
Es lo que espero cuando veáis el resultado de este trabajo.
Gracias por estar ahí.